Atravesamos momentos históricos y turbulentos a nivel global. Expertos de todas las latitudes trabajan de manera transdisciplinaria para enfrentar enormes desafíos relacionados con la pandemia, la salud, el medioambiente, el cambio climático, la paz, y la crisis socioeconómica. En este contexto de amenazas e incertidumbre, necesitamos ser capaces de ver más allá del actual escenario y comprender la importancia de proyectar el papel que el conocimiento, las ciencias, las humanidades, la creación artística y la innovación deben tener para el sustento de políticas públicas sólidas en la construcción del futuro.
La ciencia, la tecnología, el conocimiento y la cultura no son lujos de países ricos. De hecho, constituyen la base para cualquier proyecto de transición desde un modelo extractivista a una sociedad integralmente avanzada basada en el conocimiento que apunte a la sustentabilidad. En este sentido, la artificial contradicción entre crecimiento económico y derechos sociales se puede resolver modificando la matriz productiva del país con un proyecto de largo plazo, que le otorgue a las instituciones públicas, a la sociedad y a los ciudadanos un papel en la construcción de su futuro, más allá del solo interés particular.
Avanzar en esta dirección requiere un fortalecimiento de las instituciones públicas, inspiradora de grandes proyectos y programas de desarrollo de interés nacional articulados desde el Estado, con participación de la academia y del sector productivo público y privado. De esta forma, se pueden alinear las potencialidades que se encuentran dispersas en organismos públicos y empresas privadas y enfocarlas en un proyecto de desarrollo común que responda a las necesidades del país, aprovechando recursos humanos, ventajas naturales y cooperación internacional.
Hasta ahora el sistema de ciencia y tecnología ha jugado un rol secundario. La promoción exacerbada de la competencia entre instituciones, e individuos, con un rol meramente asignador de recursos por parte de las instituciones del Estado, ha generado un crecimiento marginal y muy poco impacto fuera de la academia. Como resultado de esto, se observa concentración de recursos en pocos individuos, centralización y ausencia de inversión privada, y una gran masa de jóvenes investigadores que no logran inserción en un medio que no crece.
Es por esto que como Ministerio nos pusimos la misión de contribuir a articular y orientar estratégicamente, desde la estructura pública, la generación de conocimiento, la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación en todo el sistema de generación y transmisión de conocimientos. Como estrategia promoveremos la investigación transdisciplinaria por misión en áreas prioritarias definidas desde los desafíos que nazcan de las necesidades de los propios territorios y del interés nacional.
El fortalecimiento estructural del ecosistema de ciencia y tecnología con aportes sustantivos de las ciencias sociales, humanidades y saberes ancestrales nos permitirá generar las transformaciones necesarias para un nuevo modelo de desarrollo sustentable, que promueva la democratización de los conocimientos, la equidad de género, la transdisciplina, la inclusión, la cooperación público-privada, la descentralización territorial, el cuidado del medio ambiente y de las comunidades, y contribuya al buen vivir de los habitantes de nuestro país