Dr. Ricardo Salazar
Director DICYT
Gota a gota, el agua se ha ido filtrando en la agenda de las autoridades mundiales hasta convertirse en una de las alertas más importantes emitidas por los organismos internacionales. El llamado “petróleo del siglo XXI” ha generado múltiples y continuos llamados de atención debido al cambio climático o por su provisión irregular en distintas partes del mundo.
Durante más de una década, Chile se ha visto afectado por una mega sequía que se extiende a lo largo y ancho del territorio. Esta condición generada por el déficit pluviométrico, combinado con los años más cálidos de los que se ha tenido registro, sumado a la constante y creciente intervención humana, han ocasionado un aumento en la pérdida de agua en las zonas cubiertas por nieve, cultivos y vegetación natural, lagos y embalses. Solo la zona centro norte y centro sur del país tienen un déficit de precipitaciones de entre el 50% y 80%, uno de los más secos de la historia del país obligando a 184 municipios a declararse con “falta extrema de agua” y a racionar su uso para más de 8 millones de personas. La acumulación de nieve ha disminuido en más de un 85% y los embalses del país solo contienen un 53% de su capacidad. Todo esto llevó a que el año 2021 se catalogara como el más seco en la historia del país.
El cambio climático ha elevado la temperatura de la atmósfera, el océano y la tierra, provocando cambios irreversibles como lo es la crisis hídrica en nuestro país. De acuerdo con el World Resources Institute, Chile es uno de los 18 países con mayor estrés hídrico del mundo y destaca como el único territorio latinoamericano que pasará a un nivel extremadamente alto de estrés para el 2040. Si bien este es un
factor importante, también el modelo pro ductivo del país es responsable de la crisis que vivimos.
Las grandes empresas han explotado, desde tiempos inmemoriales, las napas subterráneas para obtener la mayor cantidad de agua sin un control de daños en los habitantes y pequeños agricultores de diferentes zonas del país. Paine, Petorca, Illapel, Til Til, Colina, La Higuera, Curaca ví y Alhué, son algunas de las comunas más afectadas por la crisis hídrica, obligando a las autoridades a tomar medidas que protejan los cultivos frutales, viñas y cultivos de hortalizas presentes en estos lugares. La Laguna de Acúleo, ubicada en Paine, se convirtió en uno de los casos más simbólicos y dramáticos de la crisis hídrica chilena. En solo diez años, la laguna sufrió su vaciamiento completo y se declaró completamente seca en 2018.
La falta de agua pone en alerta a una serie de elementos de nuestra vida cotidiana que dependen directamente de ella. El aumento de la degradación de los suelos y la pérdida de biodiversidad, amenaza la producción agrícola y, por tanto, la seguridad alimentaria, represen
tando migración rural. El retraso económico de los sectores rurales se relaciona directamente con la falta de agua que, por consiguiente, trae pobreza a los poblado res de estos lugares. Es más que observable que la crisis hídrica creciente en Chile está generando serios déficits de
disponibilidad de agua en muchos lugares poblados, los que arrastran eventos negativos como muertes humanas y anima les, serios deterioros al medio ambiente y daños económicos de gran magnitud. La situación actual es tan grave que la crisis hídrica se ha vuelto una preocupación de todos los chilenos, llegando incluso a ser parte importante del proceso constitucional.
Ante esto, es de suma urgencia tomar medidas desde todas las distintas trinche ras para proteger y poner en valor este recurso tan preciado e inigualable. Es necesario, más que nunca antes, el compromiso de los más jóvenes para enfrentar este desafío. En ese sentido las y los docentes se vuelven clave en esta misión de generar la curiosidad necesaria para que estudiantes se inserten en el mundo de las ciencias y la investigación, en busca de soluciones a problemas que nos aquejan como sociedad y humanidad. La respuesta de todas y todos los actores involucrados deben ser proyectadas a largo plazo y que pongan en el foco la innovación, con medidas que permitan evitar o disminuir los efectos del cambio climático, especialmente de la crisis hídrica, prevenir sus riesgos asociados y aumentar la conciencia ciudadana frente a esta problemática. El desafío puede parecer imposible y las soluciones demasiado ambiciosas, pero no podemos dejar que esto nos paralice. ¡Cuidar el agua es una tarea de todos y todas!